A pesar de que todas las estrellas tienen la misma apariencia cuando miramos a simple vista (aunque ya adivinamos a diferenciar algunos colores), no todas las estrellas son iguales. Algunas son estrellas pequeñas, con poca masa, estrellas de tipo solar (porque por raro que parezca, nuestro sol es "de los pequeños"). Estas estrellas son las más habituales en las galaxias, y son mucho menos luminosas en comparación con sus hermanas mayores: estrellas de varias decenas de veces la masa del Sol, y que brillan miles (incluso millones) de veces más. Estos monstruos son muy poco abundantes, pero brillan tantísimo que dominan la luminosidad de la galaxia cuando son suficientes. Los astrónomos las denominan "estrellas O", el primer eslabón en la cadena de estrellas (de la que hablaremos pronto).
Cúmulo NGC 2241, en la Nebulosa Roseta.
Este cúmulo abierto contiene varias estrellas O, extremadamente brillantes.
Tan brillantes, que la luz ha ido "excavando" un agujero en el entorno,
empujando y evaporando el polvo alrededor. De hecho, todo el polvo
que vemos en la imagen es iluminado por la luz de dichas estrellas.
Utilizando el VLT (Telescopio Muy Grande o Very Large Telescope en inglés), un equipo internacional de astrofísicos ha demostrado que estas estrellas no suelen estar solas: al contrario, en la muestra de su estudio 3 de cada 4 estrellas de tipo O mostraron tener una estrella "compañera", formando un sistema binario: estas dos estrellas están ligadas gravitacionalmente, pero la estrella O es tan brillante que oculta totalmente la presencia de la compañera.
Nebulosas Carina, Águila e IC 2944.
Algunas de las estrellas utilizadas en el estudio están
marcadas con un círculo azul.
Créditos: ESO.
No sólo eso, sino que se ha encontrado que muchos de estos sistemas binarios tienen sus estrellas tan próximas que podría existir transferencia de materia de una a la otra debido a la gravedad, siendo algo así como una "estrella vampiro".
Concepción artística de uno de estos sistemas "vampíricos",
con transferencia de masa de una estrella a otra:
aquí, la estrella O (la grande a la derecha) va cediendo masa
a su compañera.
Créditos: ESO
Hasta ahora se pensaba que los sistemas binarios con estrellas muy masivas eran una excepción, pero parece que, dentro de las pocas estrellas de este tipo que existen, son bastante comunes. Esto no es una mera curiosidad, puesto que debido a su gran luminosidad, muchos de los fenómenos más energéticos de la galaxia están asociados a este tipo de estrellas y sistemas. Además, había algunas discrepacias entre la edad que se supone que estas estrellas pueden llegar a vivir y los datos observacionales, y esos resultados pueden solucionar el problema, porque estas transferencias de masa modifican el tiempo que pueden vivir las estrellas.
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Animación que muestra la evolución con el tiempo de
uno de estos sistemas binarios con una estrella tipo O.
Podéis ver como con el paso del tiempo comienza la transferencia de masa,
lo que hace que la compañera vaya creciendo. Posteriormente
la estrella de tipo O estalla como una supernova dejando una enana
de neutrones y la explosión expulsa a la estrella compañera
fuera de su alcance gravitatorio. Finalmente, esta estrella compañera se convertirá en una gigante roja, y explotará posiblemente también como otra supernova.
Para saber más:
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